“Estoy muy agradecida a mis pacientes y a los vecinos de El Pardo. Me demostraron mucho cariño cuando sufrí cáncer de mama”
“Lo siento Almudena”. Con esas palabras la dentista pardeña Almudena Plaza Díaz recibió la noticia de que tenía cáncer de mama. Fue el 13 de diciembre de 2021. Una fecha que no olvida. Hoy, casi tres años después, es una superviviente pero reconoce que el miedo no se va del todo. Hoy, Día Internacional Contra el Cáncer de Mama, nos cuenta su experiencia y recuerda el cariño que recibió y recibe de los vecinos de El Pardo y de sus pacientes
–¿Cuándo le diagnosticaron cáncer de mama? Fue en una revisión rutinaria. Todos los años me hago una ginecológica. En la mamografía no vieron nada pero, en la ecografía mamaria, la radiólogo vio una sombrita y me comentó que no le gustaba y que iba a compararla con la del año anterior. Lo siguiente que me mandó fue una biopsia. Me la hicieron el 30 de noviembre de 2021, esa fecha no se me olvida. En la punción me comentaron que me habían quitado prácticamente la lesión y que el ginecólogo me llamaría.
–¿Qué ocurrió en esa llamada? También recuerdo perfectamente el día que sonó el teléfono, el 13 de diciembre. Las palabras del ginecólogo fueron “Lo siento Almudena” y se calló. Continuó diciéndome que era una lesión infiltrante, lo que significaba que era maligno.
–A partir de ahí fue todo muy rápido. Sí. Lo que tenía era un carcinoma lobulillar infiltrante (se inicia en las glándulas de la mama) y el 18 de enero de 2022 me hicieron la primera intervención en el Hospital Clínico. En la operación vieron que el ganglio centinela (el primero hacia los que se disemina el tumor) no estaba afectado.
–¿Eso era una buena noticia? Sí, a priori. Dentro del miedo que se siente, yo confiaba muchísimo en que tenía que salir todo bien.
–Pero la alegría duró poco. El día que me tenían que dar radioterapia me informaron de que en el informe de la anatomía patológica habían visto que, en los márgenes de seguridad, el tejido no estaba sano y limpio, como se esperaba, sino que había dos focos más de carcinoma.
–¿Cuál fue su reacción? Fue un shock.
–¿Qué le recomendaron? Una mastectomía bilateral, que es la extirpación de las mamas. Me explicaron que este tipo de cáncer tiene un 25% de posibilidad de afectar a la mama sana, si no se quita. Ese porcentaje en medicina es muchísimo. Entonces, no lo dudé.
–¿Cómo estaba psicológicamente? Aunque mi parte sanitaria y racional sabían lo que había que hacer, la psicológica recibió un golpe tremendo pero estaba segura de que me recompondría. Me derivaron a psicooncología. Mi marido, David, y yo fuimos sin dudarlo. La profesional nos fue guiando y abriendo los ojos para que supiéramos todo iba a pasar. Nos dijo: “Lo que ha pasado no es un empoderamiento, es una putada”.
–La actitud es fundamental. Sin duda. Yo he sido siempre muy positiva desde el principio, lo he hablado con naturalidad. A la psicooncóloga iba siempre con mi marido. Eso es importantísimo y, sin embargo, no es lo habitual. Tuve la suerte de ir de la mano siempre de David.
–¿Cómo fue el momento de comunicárselo a la familia? Fue duro decírselo a mis hijos, el pequeño tenía entonces nueve años. Yo se lo expliqué como si fuera una batalla y nunca omití la palabra “cáncer”. Le aseguré que mamá se iba a curar y le expliqué el proceso que tenía por delante. Todo con mucha naturalidad, que es lo que hay que hacer. Siempre le hemos hablado con la verdad por delante. Mi hijo mayor, Gabriel, vivía en Estados Unidos y se lo comuniqué cuando vino a pasar la Navidad. Le dije: “vamos a ir a por ello, vamos a luchar y vamos para adelante”, y nos abrazamos. Los siguientes en saberlo fueron mis hermanos. A mis padres se lo dije cuando me comunicaron la fecha de la cirugía.
–¿Nunca ha flaqueado? La familia no me ha visto, pero he tenido mis ratos y hay momentos que me he encontrado cansada. Había días peores en los que yo avisaba, diciendo que me había levantado torcida (ríe). No cabe duda de que la actitud es súper importante.
-Le recomendaron ir a la Asociación Española Contra el Cáncer de Mama. Sí, y acudí. Encontré asesoramiento para el tema del deporte, que es fundamental, y a un grupo de personas con las que creé un gran vínculo que aún sigo teniendo, al igual que con la asociación.
–Es pardeña y abrió su clínica dental en El Pardo hace casi 31 años. ¿Cómo reaccionaron sus pacientes? Trabajé hasta el día antes de la cirugía y se lo fui diciendo a con naturalidad, creo que no es algo que haya que esconder, esto no es una vergüenza. Algunos se echaban a llorar y yo les decía: “No lloréis, estoy aquí, estoy viva”. He sentido mucha fidelidad de los pacientes. Yo tengo una satisfacción…
–¿Y los vecinos? Han sido súper cariñosos. Me paraban por la calle para preguntarme. Estoy muy agradecida porque me han demostrado mucho cariño.
–Se reincorporó pronto al trabajo. Al mes y medio de la operación, pero poco a poco. Estás cansada y se tarda en recuperar la fuerza, por lo que no podía hacer todos los tratamientos. A mí me gusta mucho mi trabajo y, además, quería retomar mi vida normal, estar con la mente ocupada y que mi hijo pequeño viera que mi rutina era la de siempre.
–¿Cómo son los días previos a una revisión? Malísimos. Te hacen muchas pruebas, pero la fundamental es la analítica. La noche antes de hacérmela estoy muy nerviosa. Yo voy a revisión cada seis meses. Es importante no faltar y hacer caso a todo lo que digan los médicos.
–Usted es doctora, ¿le han servido de algo sus conocimientos para afrontar la enfermedad? En este caso, eres la paciente y te tienes que dejar guiar por el oncólogo.
–Después de lo que ha vivido y sigue viviendo, ¿qué consejos da a las mujeres? Que se hagan revisiones ginecológicas todos los años o siguiendo la pauta que diga el ginecólogo. Hay que palparse los pechos. El cáncer no duele. A mí se me detectó muy pronto pero, siendo una lesión muy inicial, el tratamiento ha sido muy drástico.
–¿Cómo le ha cambiado la vida el cáncer de mama? Aprendes a apreciarla mucho más, a no darle importancia a las cosas que no la tienen y sí más a tus hijos, a la familia. Yo siempre he sido muy positiva, pero te haces más positiva todavía. Cuando te paran tan bruscamente, es un toque…
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