Las monjitas de El Pardo: Sor Asunción, la monja del rostro y manos frías

Manolo Martínez Turégano de nuevo ha elegido ElPardo.net para ser el altavoz de sus memorias. Esta vez, de aquellas en las que las Concepcionistas Franciscanas son protagonistas. Durante varias semanas, recordaremos con él a muchas de las que, durante 160 años, convivieron con los pardeños. Sor Filomena, Sor Carmen, Sor Dolores, Sor Presentación, Sor Margarita, Sor Beatriz, Sor María, Sor Asunción, Sor María Antonia, Sor Encarnación, Sor Corpus, Sor María Jesús, Sor Milagros, Sor Magdalena… ¡Gracias Manolo!

SOR ASUNCIÓN, LA MONJA DEL ROSTRO Y LAS MANOS FRÍAS

“Sor Asunción nació en 1924 en Valdevimbre (León). Entró en el convento de las Madres Concepcionistas de El Pardo en 1940, con 16 años.

Fue maestra durante muchísimos años y, también, madre superiora. Fue la monja con la que más contacto tuve, sobre todo, durante mis últimos 33 años de trabajo en el Palacio de El Pardo.

Este lugar es, desde 1983, residencia oficial de los jefes de Estado que vienen de visita oficial a Madrid. Durante varios años, con el consentimiento de los delegados de Patrimonio Nacional, llevaba a las monjitas, junto a mis compañeros Andrés y José Ovejero, la comida, fruta y pan que sobraba de dichas visitas.

Recuerdo que entrábamos por el portón donde se encontraba el torno, después de llamar tirando de una cadena que hacía sonar una campanilla dentro del patio del convento. Más tarde, se sustituyó por un timbre.

Cuando entrábamos al salón del torno, siempre nos recibían Sor Asunción y Sor Milagros. Esta última nos ayudaba a colocar todo en un cuartito, que estaba a la izquierda del patio y que hacía de almacén, aunque siempre estaba vacío.

Aún recuerdo la cara tan fría que tenía Sor Asunción cuando la saludaba, al igual que sus manos que guardaba bajo sus hábitos. Algunas veces, sobre todo en invierno, bajaba del convento con su toquilla blanca impoluta.

Sor Asunción falleció el 24 de septiembre de 2009, a los 85 años. Lloré mucho ese día y, ahora recordándolo, me ocurre lo mismo. Todos los que tuvimos el honor y la suerte de conocerte siempre te recordaremos”.

Sor Asunción, a la derecha, con un grupo de alumnos y su sobrina, Sor Magdalena, a la izquierda.

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SOR PRESENTACIÓN, LA PROFESORA EXIGENTE

“Sor Presentación llegó al convento en el año 1940 desde su pueblo natal Valdevimbre (León). Tenía el título de corte y confección y, durante un tiempo, dio clases de corte a las mayores con sus patrones.

También, fue maestra en el colegio del convento desde su llegada y hasta que este cerró. Además, enseñaba mecanografía a las mayores. Era bastante exigente con las chicas.

Cerrado el colegio, se quedó para coger el teléfono, entre otras ocupaciones. Recuerdo que, cuando yo llamaba al convento, siempre me lo cogía ella y me preguntaba, con la voz tan peculiar que tenía, por mi mujer Mari Carmen. ‘Qué sensación siento recordándola tan pequeñita y con sus dos coletitas y ahora con sus hijos’, me comentaba Sor Presentación.

Durante las procesiones de Semana Santa, yo cogía a mis hijos en brazos para que saludaran a las monjas. Tradición que he hecho con cada uno de ellos”.

Sor Presentación, con el grupo de niños nacidos en 1976.

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SOR DOLORES, LA MONJA SUPERIORA QUE ENSEÑÓ A COSER

“Sor Dolores nació en Santas Martas, un pueblo de León. En los años 40 comenzó a enseñar a las niñas a coser. Fue la monja con más personalidad que yo he conocido. La primera vez que la vi yo era muy pequeño. Durante décadas fue la madre superiora del convento.

Recuerdo que siempre que pasábamos a la huerta aparecía ella para saludar a mi padre. Cualquier cosa que necesitaran las monjitas, allí estaba él.

Todos los años, Sor Dolores nos felicitaba en Navidad en nombre de todas las monjas a través de una carta. La leía mi hermana mayor, Isabel, delante de mis padres y hermanos. A mi madre se le caían las lágrimas escuchando el contenido de las felicitaciones que nos trasladaban con tanto cariño y humildad”.

Sor Dolores, arriba a la izquierda, junto a sus compañeras.

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SOR CARMEN, LA MONJA DE LA HUERTA

“Sor Carmen era de Villacañas (Toledo) y era una de las monjas que cultivaban la huerta del convento. La conocí en 1959, cuando yo tenía ocho años y siempre la vi allí. Recuerdo que mi padre llamaba a la puerta con una piedra. Golpeaba en una parte que tenía una chapa para que no se estropeara. Mientras, yo miraba por el orificio de la cerradura y oía las palmas que daba Sor Carmen para que las novicias que estaban en la huerta se fueran al convento, corriendo con un velo sobre la cabeza. Mi padre me regañaba para que no mirase. Lo peor era que él entraba y yo me quedaba sentado en la puerta hasta que él salía. La monjita siempre me daba unas grosellas mientras esperaba.

El primer día que pude entrar a la huerta fue con él para coger hierba con una carretilla. Recuerdo que Sor Carmen me dijo: ‘Ahora sí puedes pasar porque vienes a trabajar’. Ese día llevaba pantalones vaqueros largos porque me lo dijo mi padre.

La conocí con una guadaña segando, con su pequeña sonrisa y la sencillez que tuvo siempre. ¡Menuda sensación ver a una monja segando!

Cuando falleció Sor Carmen mi padre lo pasó muy mal. Fue la primera vez que le vi llorar”

Imagen de dos monjitas arando en la huerta de su convento en El Pardo. FOTO: Página de Facebook: ‘Elpardomipueblo’.

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SOR FILOMENA, LA MONJITA QUE DABA LA BIENVENIDA EN EL COLEGIO

«En el año 1928, Sor Filomena era la monjita que abría la puerta del colegio. Era la maestra de los pequeños, entre los que estaban Pilar Anubla Cancela, nacida en 1926. Antes de cumplir los tres años, la niña ya formaba parte del colegio. Ella me contaba que era la benjamina de la clase y que, cuando su madre la dejaba allí, Sor Filomena la cogía en brazos para llevarla dentro con el resto de niños, siempre con cariño. Cuando su madre volvía a por ella la monjita le decía: ‘Ahora te vas con tu otra madre’.

Mi tía Francisca Martínez Cancela era prima de Pilar y nació en el mismo año que ella, aunque entró en el colegio cuando ya había cumplido los cuatro. También me contó que su primera maestra fue Sor Filomena. ‘Todo lo que sé me lo enseñaron las monjas’, me decía. ‘Como tantísimas chicas de El Pardo, nunca las podré agradecer todo lo que hicieron’.

La monjita y el fraile Padre Benito fueron muy populares y apreciados por todos los pardeños», concluye Manolo.

Varias niñas de El Pardo aprendiendo con una de las monjitas. Foto cedida por Manolo Martínez Turégano.

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RECUERDOS DE MANOLO TURÉGANO

Durante 160 años, las monjitas de El Pardo de la orden Concepcionistas Franciscanas escribieron parte de nuestra historia. Llegaron en 1859 a un convento que, en un  primer momento, fue concebido como casa de oficios hasta que la reina Isabel II de Borbón lo donó a las religiosas.

Sus paredes albergaron las Escuelas de Instrucción Primaria de Niñas, un colegio y una guardería, donde se formaron y educaron cientos de niños pardeños que, hoy, siendo adultos recuerdan con cariño lo que aprendieron de sus queridas monjitas.

Pero no solo había vida escolar en el convento. Su huerta tenía una actividad trepidante gracias al duro trabajo de las religiosas. ¡Cuántas familias han comido sus riquísimas frutas y hortalizas o los huevos que daban sus gallinas!.

En la Guerra Civil se perdieron la mayoría de los archivos que custodiaban la historia de este lugar pero, por suerte, hay un pardeño que, a sus 74 años, tiene una memoria prodigiosa donde guarda muchos acontecimientos que han sucedido en El Pardo, así como lugares y personas que un día escribieron parte de su crónica.

Hablamos de Manolo Martínez Turégano. Este excepcional pardeño recuerda a muchas de las monjitas y vivencias que compartió con ellas. También, ha sabido salvaguardar en sus recuerdos los momentos vividos por sus familiares y amigos que le confiaron un día.

De nuevo, ha elegido ElPardo.net para ser el altavoz de sus memorias. Esta vez, de aquellas en las que las Concepcionistas Franciscanas son protagonistas. Desde hoy y durante varias semanas, recordaremos con él a Sor Filomena, Sor Carmen, Sor Dolores, Sor Presentación, Sor Margarita, Sor Beatriz, Sor María, Sor Asunción, Sor María Antonia, Sor Encarnación, Sor Corpus, Sor María Jesús, Sor Milagros, Sor Magdalena… ¡Gracias Manolo!

Manolo Martínez Turégano.

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