“El servicio es nuestra vida, nuestra vocación”, la Tienda de Kike de El Pardo
En 1979, Enrique García abrió su panadería en la calle Carboneros. En enero de 1981, su hijo Kike comenzó a trabajar ocasionalmente con él. Al fallecer su padre, en 1995, se hizo cargo del comercio y, 10 años más tarde, lo trasladó a la plaza.
Probablemente, la actual sea una de las épocas más complicadas que le haya tocado vivir a nuestro vecino. Aunque, como cuenta a ElPardo.net no ha cambiado su rutina. “Yo no estoy viviendo el confinamiento como el resto. No descanso ningún día. Abro toda la semana de 6:45h. a 20:30h.”.
Los primeros días después de decretarse el estado de alarma, Kike no quiso exponer a sus empleados y trabajó solo en la panadería. “Les di vacaciones y yo estuve trabajando mañana y tarde, unas 14 horas. Lo preferí por su seguridad y también porque, si yo me contagiaba, tenía relevo. Pasamos diez días con miedo”, comenta. Y es que todo era desconocido para ellos. Fue, como nos dice, una fase de incertidumbre total. “Nadie nos explicó nada. Nos fuimos adaptando a marchas forzadas”, señala.
Tal era la tensión que vivió Kike, que tuvo mucho dolor de espalda y apenas podía dormir porque tumbarse era un suplicio para él. Por otra parte, se le sumó el temor porque sufre una enfermedad de circulación, y se dijo que el coronavirus podía provocar trombos. “Lo pasé mal. Además, no teníamos medios y hubo momentos en los que pensamos que teníamos que cerrar”, reconoce nuestro vecino.
Eso no sucedió porque los clientes se volcaron con él y sus empleados. “Me preguntaban si necesitábamos algo y nos proporcionaron guantes, mascarillas… Poco a poco, nos fuimos habituando y todo fue siendo más cotidiano”, añade. Algunas personas incluso les asesoraban a la hora de manipular los productos. Algo que agradeció el panadero. “Se respiraba una gran solidaridad. Hubo gente que, con mucha cercanía, nos decía cómo hacerlo. Nos marcaron pautas que desconocíamos. Hemos ido aprendiendo. El comportamiento de los clientes fue y es chapó”, manifiesta Kike.
La respuesta de los clientes
Respecto a las medidas de seguridad que toman los clientes en la panadería, nos comenta que, la gran mayoría usa guantes y mascarilla y se tapa la boca. “Lo de la distancia de seguridad es lo más complicado y eso que es lo más eficaz ahora. Yo mismo he tenido que aprender a mantenerla”, dice. En lo referente al perfil de la clientela en esta época, a la Tienda de Kike, al principio, iban a comprar los hombres y, poco a poco, las mujeres “Pienso que el venir es un escape para ellas”, añade.
Kike no quiere que ni a él ni a sus empleados se les califique de superhéroes. Quiere subrayar que lo importante es que están dando servicio. “Es nuestra vocación. Yo disfruto con ello. Sabemos que hay riegos, pero el servicio es nuestra vida. Da valores. Estamos aquí porque tenemos que estar”, señala.
Todos los días, desde primera hora de la mañana, que es cuando trabajan tres personas en la panadería por el volumen de trabajo que hay, notan el cariño de la gente. “Nos dan las gracias por estar abiertos. Hacer las cosas bien te recompensa y te da ánimos para seguir”, comenta.
“Al pequeño comercio se le está dando mucho valor”
Kike está orgulloso de su trabajo y también está feliz porque en estos tiempos al pequeño comercio se le está dando mucho valor. “La cercanía se ha vuelto a recuperar. La gente ve la energía que le ponemos. Por desgracia, al pequeño comercio se le ha hecho mucho daño y esto le está poniendo valor. Está trayendo cosas positivas. Nos está enseñando a vivir con esfuerzo y las personas están tomando conciencia”, subraya el panadero.
Al preguntarle por el ambiente que se respira en El Pardo, Kike nos comenta que le recuerda a los inviernos de hace 40 años. “Se nota tensión y carga en el ambiente. Yo salgo de casa por las mañanas, vuelvo para comer y después de los aplausos, y se respira soledad. No se ve ni se oye a nadie. No se escucha a los niños y la gente mayor se cuenta con los dedos”, concluye nuestro vecino.
Teléfono: 662 63 30 57
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