“El Pardo siempre me ha dado mucha paz. Es el punto de inflexión en mi vida”, Jero García
El campeón de España de Boxeo, Kickboxing y Full Contact y presentador del programa ‘Hermano Mayor’ pasó mucho tiempo de su infancia en el barrio, en casa de sus abuelos Josefa y Gabriel. Le encantaba ir con él a cortar el agua de los depósitos del Canal de Isabel II (donde era el encargado) pero, sobre todo, le apasionaba ir cogido de su mano para ver los combates de boxeo que se celebraban en el barrio. Aquellas veladas le impactaron tanto que pocos años después decidió dedicar su vida al boxeo.
Durante su carrera pugilística, El Pardo siguió siendo una parte muy importante. Mientras la comenzaba, aquí formó una familia y en su monte entrenaba cada mañana.
Nunca se ha ido. Continúa viniendo para respirar la paz que le transmite y abrazar a una persona primordial en su vida.
Hace unos días, invitado por la Asociación de Vecinos de Mingorrubio, compartió con los pardeños y los mingorrubianos una tertulia literaria donde presentó su libro ‘Cola de lagartija’, una obra casi autobiográfica en la que El Pardo no podía faltar.
–¿Qué le motivó a escribir su libro ‘Cola de lagartija’? Empecé a escribirlo en la pandemia como una forma de mitigar la depresión que tenía. Durante una conversación que tuve con mi psicóloga me preguntó qué me salvó la vida de pequeño. Yo le respondí: ‘los libros’. Ella me dijo que, en ese momento, también podrían salvarme y empecé a escribir. Pero no fue el libro en sí, sino una conferencia de educación que se alargó mucho. Decidí hacer un ensayo que titulé ‘Manual de un padre desesperado’. De ahí salió un personaje, que me pidió de comer, era Cola de lagartija. Se comió hasta el título. Ese fue el inicio del libro.
–Todo empezó en las redes sociales. Acabé el primer borrador y me inventé una portada que era una foto de mi hijo mediano conmigo, como si estuviéramos en un combate de boxeo, era en blanco y negro. Lo colgué en redes sociales y, a los 10 minutos, el jefe de Edición de Temas de Hoy del Grupo Planeta, que me seguía en Instagram, me preguntó si, en el caso de que no lo hubiera leído nadie, él podría tener el lujo de ser el primero. En menos de 24 horas me lo compró.
–¿Qué ha supuesto para usted la obra? Lo que me ha traído han sido muchas satisfacciones. Un viaje que yo no me esperaba en ningún momento. Acaba de cumplirse un año de su publicación y ya va por la segunda edición. Yo nunca me he considerado escritor, me gusta escribir por terapia. Lo que me ha venido con ‘Cola de lagartija’ ha sido un regalo.
–¿Es autobiográfico? Hay dos personajes claves en el libro, que son Cola de lagartija y Fernando. Ambos tienen mucho de mí. Hay cosas con licencia literaria, más dramatizadas, y otras mías. Como se dice, cualquier parecido con la realidad es pura casualidad pero, en este mundo, hay muchas casualidades.
–En el libro aparecen personas de la vida real. ¿Es un homenaje a ellos? Por supuesto. Todo el mundo que sale con su nombre en mi libro puede tener claro que les quiero.
–Ellos, al leerlo, ¿se han identificado? ¿Sabían que estaban ahí? Se han identificado muchos. Algunos sospechaban, otros no. El que más se ha emocionado de todos es Rafa. Él existe, era mi mánager y le metí como un personaje, como mánager de Cola. Cuenta historias que nos pasaron a mí y a él; a él como mi representante y a mí como boxeador. Está muy enamorado del libro.
–El Pardo también tiene un hueco en el libro. No podía ser de otra manera. Es el punto de inflexión en mi vida, aquí empecé a ver combates de boxeo con mi abuelo.
–¿Qué otros recuerdos tiene de su niñez en el barrio? Las cagadas de los gamos en el portal (ríe), el brasero de mi abuela, acompañar a mi abuelo a cortar el agua de los depósitos del Canal de Isabel II (él era el encargado), recuerdo el olor a agua estancada…
–Después, regresó y formó aquí una familia. Viví 13 años y en este lugar crie a mis hijos mayores. En El Pardo transcurrió toda mi carrera pugilística.
–¿El Pardo fue su centro de entrenamiento? Sí. Me levantaba todas las mañanas a las 7 a correr por el monte, luego llevaba a mi hija mayor al colegio… El monte me lo conozco de pe a pa, hasta el último rincón.
–¿Cómo recuerda su vida en el barrio pardeño? La recuerdo tranquila. El Pardo siempre me ha dado mucha paz. El monte me estabiliza. Este lugar ha acondicionado mi vida ya para siempre.
–Tanto lo ha hecho que ha estado cerca de aquí continuamente. Nunca me he alejado. Siempre he buscado el monte porque es mi vida.
–¿Cuál es su relación actual con nuestro barrio? Sigo teniendo mi casa aquí, es donde vive el segundo de mis cuatro hijos.
–¿Cómo es el pardeño? Es un tío tranquilo que se suele esconder los fines de semana cuando vienen todos los turistas. Es una persona cercana y acogedora. Nos conocemos todos.
–Está inmerso en su tercer libro. Hábleme de él. Trata del acoso escolar y gira en torno al universo de Cola de lagartija 30 años después. Tengo bastantes cosas en mi cabeza, que creo que es el momento de contar. Quiero contar el acoso escolar desde un punto de vista que nunca se ha contado, el del acosador. Se publicará en mayo.
Jero García está formado en Mediación y lleva más de 20 años trabajando en educación social y como coach deportivo. Hace unos años creó la fundación que lleva su nombre, donde se trabaja por la integración de personas que se enfrentan a la exclusión social a través del deporte.
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