“Mucha gente me anima a pintar algo de El Pardo. Lo haré”, Vicente Brisa
El pintor que expone este mes en el Centro Sociocultural Alfonso XII siempre firma sus obras con su apellido, Brisa. Le recuerda a Valencia, su ciudad natal, donde empezó a pintar hace más de 50 años. Hace seis que retomó su afición y es ahora cuando trae a El Pardo una muestra de su obra. Invadida, como el título de la exposición indica, de luz y color.
– ¿Qué podemos ver en la exposición? 20 cuadros, sobre todo de paisajes. Algunos están pintados con espátula y otros con pincel. Entre ellos, se encuentra uno que hice hace más de 40 años; el de los caballos, que es un dibujo pintado. Lo he traído para que los visitantes vean el contraste entre mi forma de pintar de antes y la de ahora.
– ¿Es su primera muestra? Individual, sí. He participado en colectivas junto a mis compañeros del taller de pintura. Soy alumno del que se imparte en el Centro Cultural Alfredo Kraus.
– ¿Qué le parece el Centro Sociocultural Alfonso XII para exponer? Muy adecuado. El lugar de la exposición es una sala de paso, por lo que tiene la ventaja de que es transitada por mucha gente.
– ¿Pinta desde siempre? No. Pinté de joven pero al venirme a Madrid (soy de Valencia) lo dejé. El trabajo y la familia ocupaban mi tiempo. Lo retomé un año antes de jubilarme cuando me apunté al taller. Ya llevo allí seis años
– ¿Qué es lo que pinta? De todo; retratos, paisajes, detalles… Pinto lo que me gusta.
– ¿Siente predilección por algún cuadro? Cuando empiezo a pintar una obra me ilusiono mucho con ella. Ahora estoy pintando el claustro del Convento de San Francisco de Morella. Si tengo que elegir entre los cuadros de la exposición de El Pardo, me decanto por el de Las Máscaras de Venecia y Londres.
– Trabaja más con espátula, ¿por qué? Es otra forma de expresar la pintura. Yo distingo entre lo que es dibujo de lo que es pintura. En el primero priman las líneas, aunque luego las puedas colorear; y en la pintura, el color. Con la espátula las líneas quedan como perdidas y el color, más vivo. Precisar detalles con ella es más difícil que con el pincel.
– Lleva seis años en el taller, ¿usted cree que nunca se deja de aprender? Efectivamente. Yo me doy cuenta de cosas que puedo mejorar. Mis compañeros me orientan y dan opiniones. Esto me gusta porque siempre alguien, desde fuera, se da cuenta de cosas que tú no aprecias.
– ¿Volvería a solicitar el centro de El Pardo para próximas exposiciones? Sí, aunque no sé si tendré capacidad de producción…
– ¿Conocía nuestro barrio antes de venir a exponer? Conozco El Pardo desde el 64, año en el que me trasladé a Madrid desde Valencia. He venido mucho los fines de semana a desayunar antes de jugar al tenis.
– ¿Ha pintado algo de El Pardo? No, y me ha animado mucha gente. Me gustaría pintar la vista de la cuesta del Cristo que se ve desde Mingorrubio. Muchas veces me la quedo mirando porque me gusta la imagen.
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