Adolfo Fernández Rodríguez, el talentoso pintor de El Pardo en permanente búsqueda de la obra ideal

Este mingorrubiano y pardeño de adopción nos deja boquiabiertos cada vez que publica una de sus pinturas en redes sociales. Son de tal realismo y perfección que hacen que las confundamos con fotografías. El artista, cuyo arte ha sido premiado en Estados Unidos y Canadá, ha abierto su estudio a ElPardo.net e invita a todo el que quiera a entrar en él y contemplar en vivo y en directo 70 de sus 300 obras

En el internado, Adolfo Fernández Rodríguez ya destacaba entre sus compañeros de la asignatura de dibujo, por su habilidad con el lápiz. Era capaz de pintar a la perfección la cabeza de un león, un chico caminando cabizbajo o un bonito perfil de mujer.

Durante décadas, aquella destreza quedó olvidada en su cabeza, como las acuarelas que le había regalado su hermano en una fecha especial. Un día, ambas se encontraron y Adolfo, sin darse cuenta y ya con 40 años, se enganchó y quedó atrapado por la pintura. “Ya no pude dejarlo”, reconoce.

Desde entonces, este hombre, nacido en Mingorrubio y pardeño de adopción, es capaz de hacer que se agiten las hojas de un árbol, que se muevan las nubes en una tormenta, que salpiquen las gotas de la lluvia o que las cuerdas de una guitarra vibren con un simple lapicero. En otras palabras, Adolfo tiene tal aptitud con el dibujo que sus obras, además de parecer fotografías, cobran vida ante los ojos de quienes las contemplan. Y lo más sorprendente es que no ha recibido clases. Es autodidacta.

Adolfo, en su estudio de la calle San Pancracio.

Cuando cerró la tienda de la familia (‘El Tejar’, ubicada en la calle San Pancracio), este artista instaló allí su estudio. Está abierto a todo el mundo, pero pocos lo saben. Sin embargo, muchos conocen su arte porque utiliza las redes sociales como escaparate. Una puerta virtual que ha hecho que, no sólo los vecinos de El Pardo y Mingorrubio conozcamos al ‘Adolfo artista’, sino que sepan de él hasta en Estados Unidos y Canadá.

ElPardo.net quedó con él un domingo para entrevistarle. Pensábamos que era su día de descanso, pero no. Adolfo pinta de lunes a lunes, y hasta dos obras a la vez. De fondo, fueron testigos de nuestra conversación 70 de los 300 dibujos que ha pintado y las medallas de su padre; uno de los mejores tiradores militares que ha habido en El Pardo. También, nos escucharon sus guitarras. Aquellas que hacen sonar la otra gran pasión de este artista: la música. ¿Sabías que nuestro vecino ha sido heavy, popero, rockero y amante de la clásica? Descubre más cosas de él.

  • ¿Cómo y cuándo empezó a pintar? ¿Qué le llevó a ello? Siempre me ha gustado. Cuando era niño pintaba y no se me daba mal. Estuve interno en un colegio donde potenciaban todo lo creativo y se cursaba la asignatura de dibujo. Yo destacaba.
  • Sin embargo, hubo un parón largo en su afición hasta que la retomó. Sí, fue cuando tenía 40 años. En aquel entonces, empecé a tener más tiempo libre por las tardes. Me resultó interesante y cuando me quise dar cuenta, me agarró, me enganchó y ya no pude dejarlo.
  • Comenzó con unas acuarelas que tenía guardadas en un cajón desde hacía años. Sí, me las había regalado mi hermano hacía mucho tiempo. Ahí estaban porque yo nunca tiro nada. Las tengo todavía. Pinté en acuarela unos dos años, después me pasé al lápiz.

Al artista le gusta pintar hasta el último detalle, como se ve en estos dibujos, que pintó hace unos años.

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  • ¿Por qué este cambio? La acuarela ayuda, da técnica de veladuras, permite ir de más claro a más oscuro… Pero me estresaba porque me resultaba complicado acabar las pinturas. Por aquel entonces, estaba trabajando en nuestra tienda y tenía que interrumpir para atender a los clientes. Cuando retomaba el dibujo, se me había estropeado. Me pasé al lápiz porque es muy limpio y obtenía resultados buenos. Me permitía y permite meterme en los detalles. Con él puedo dar más de sí. Mi desarrollo en la pintura ha sido el lápiz de color.
  • Usted es autodidacta. Totalmente. He leído un poco y he visto mucha pintura de otros, pero esto fue una sorpresa hasta para mí. En un principio, yo me iba sorprendiendo de una pintura a otra. El ser capaz de hacerlo…
  • En sus comienzos, ¿qué pintaba? Dibujé retratos de mis padres, de amigos y de algún vecino de El Pardo. No me atrevía ni a firmarlos. Yo no me veía todavía artista. Después, fue pasando el tiempo y ya tengo un bagaje. He pintado unas 300 obras.
  • ¿Cómo es la reacción de su familia, amigos y vecinos cuando ven sus pinturas? Todo el mundo se sorprende bastante.
  • ¿Qué le gusta dibujar? Cosas de mi vida y que me encuentro a diario. Pinto guitarras (instrumento al que estoy muy unido), desnudos, reflejos, indios, La Piedad de Miguel Ángel, lo que veo paseando… Hago fotos y me digo: ‘puedo pintarlo, me gusta lo que va a transmitir’.

A la izq. ‘La Piedad’ de Miguel Ángel, pintada por Adolfo. A la dcha. una de las figuras metalizadas que ha dibujado el artista de El Pardo, después de esculpir, él mismo, dos manos con poliespán y forrarlas con papel de aluminio.

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  • ¿Por qué trabaja a partir de una foto? Para mí, es fundamental. De otra manera no sería capaz de reflejar tanto detalle, que es lo que a mí me gusta.
  • ¿Ha recibo algún premio? La Colored Pencil Society of America (CPSA) de Estados Unidos me dio uno y también recibí dos primeros galardones en Canadá. La CPSA es una organización dedicada a artistas que trabajan con lápices de color, yo me hice miembro, presenté mis trabajos y vi que tenían buena aceptación. Me apunté al concurso que organiza anualmente con una de mis obras, en la que pinté una guitarra española con una mano apoyada encima. Desde mi punto de vista, era muy técnica y supe que tenía posibilidades de ganar.
  • Usted utiliza las redes sociales para dar a conocer su obra. Sí, tengo perfiles en Facebook (Adolfo Fernandez Rodriguez Afrpaint) y en Instagram (@afrpaint). Cuando termino una pintura, la publico. Algunas se venden nada más hacerlo.
  • Le conocen fuera de nuestras fronteras, cuénteme. Gracias a las redes sociales mis pinturas han llegado a EE.UU. Allí he vendido 60. Dos mujeres de Canadá tienen colecciones privadas con más de 20 pinturas mías. Una, tiene su casa decorada con ellas.
  • ¿Esto qué significa para usted? Un subidón.

Dos fotografías del estudio de Adolfo, en la calle San Pancracio de El Pardo.

  • ¿Considera que se valora su obra más en el extranjero que aquí? Por supuesto. Lo que está haciendo ahora ElPardo.net entrevistándome es un detalle que no ha tenido nadie.
  • ¿Cómo está presente El Pardo en sus pinturas? Hay muchos rincones del barrio y del monte en mi obra. Diría que en el 10%. He pintado calles, rincones, zonas del río, piedras, telas metálicas, rejas, cosas que me he encontrado en el suelo…
  • ¿Y los pardeños? He dibujado a unas 10 personas de aquí, entre ellas, a Trejo, Rufo y Dactari. Son hombres que considero que se merecen una pintura. No se les hacía caso y se les ignoraba. Para mí, eran gente con personalidad. Por otro lado, he pintado retratos por encargo. No obstante, yo siempre he sido muy libre. El  fallo de muchos pintores es que terminan pintando lo que no les gusta porque les da dinero. Yo no he caído. Pinto para divertirme y me gusta tener detalles con gente.

Rufo y Dactari, pintados por Adolfo Fernández Rodríguez.

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  • ¿Cuántas horas pinta al día? Ahora unas dos, porque se me cansa la vista, me duele el cuello… Dibujo todos los días de la semana y, muchas veces, en dos obras a la vez. Una la tengo en mi estudio y otra, en mi casa.
  • ¿Cuánto suele tardar en terminar una obra? Unos dos meses. El lápiz es muy lento, pero efectivo. Cuando concluyo una, tardo un día o dos en comenzar otra. A veces, me impaciento y es cuando empiezo dos a la vez. Me ha gustado siempre emplear mi tiempo.
  • Pintar es como una ‘droga’ para usted. El día que estoy sin pintar, no me encuentro.
  • ¿Ha dejado alguna de sus obras sin terminar? Nunca. He sido paciente, he vuelto sobre ella… Me he dado cuenta de que hasta que no llevas las tres cuartas partes de una pintura no puedes decir: ‘está cogido el hilo’.
  • ¿En qué pintura ha invertido más tiempo? En una reproducción de ‘La Vicaría’, de Fortuny. Estuve trabajando un año entero sólo en ella. Es compleja y yo quería tenerla en mi casa. Soy un fanático de este pintor y de Velázquez.
  • Tiene en su estudio muchísimas pinturas. Sí. Unas 70. ¿Para qué están hechas? Para verlas. Yo disfruto mirando lo que he hecho.
  • ¿Hay alguna de la que no se desprendería nunca? Sobre todo, de dos; ‘Buenas vibraciones’ y ‘Campesino ruso’. Para mí son muy importantes. Me hicieron sentirme muy bien cuando las acabé.

A la izq., obra ‘Campesino ruso’, a la dcha., ‘Buenas vibraciones’.

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  • ¿Ha hecho alguna exposición? Cuando empecé organicé una en La Vaguada y otra en el Centro de Día de Mayores de El Pardo, que entonces era un centro cultural. Pero, aun viniendo la concejala de nuestro distrito, me di cuenta de que no tenía trascendencia. Las exposiciones no son para mí. 
  • Le habrán dicho muchas veces que sus pinturas parecen fotografías. Sí, y es lo que yo pretendo.
  • ¿Cree que esto es lo que más le gusta a las personas que adquieren alguna de sus obras? A la gente no solamente le gusta una pintura en particular. Paga por una obra que les transmita.
  • ¿Cuál fue la primera pintura que vendió? Tenía como protagonista a uno de mis perros, la vendí en Canadá y, además, muy bien.
  • Hábleme de su otra pasión, la música. Ya en el colegio me influyó mucho. Cuando conocí a mi mujer, Blanca, me compré mi primera guitarra. Me gustaba mucho la música clásica y tocaba distintos estilos. Pertenecí a una banda de rock y, más recientemente, a una de country con gente de El Pardo. Ahora, he vuelto a la música clásica. He sido heavy, clásico, popero… Pero, ante todo, yo me considero un rockero a tope.
  • ¿Podría vivir de su pintura? Si yo quisiera, sí. Tendría que moverme, publicitarme… Lo que ocurre es que yo he sido siempre poco competitivo. Para mí, el dinero es secundario. No obstante, sí vendo y no rechazo una venta. Cuento con que algún día mi trabajo tenga una trascendencia. ¿Quién me va a decir a mí que, con el tiempo, un mecenas, alguien con influencia, me diga: ‘tío, esto hay que sacarlo’.
  • ¿Qué busca cuando pinta? La obra ideal.

A la izq. una de sus pinturas de la serie de los indios sioux. A la dcha., un autorretrato del artista.

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